Estudió Filosofía en Zaragoza y Madrid, donde residía con su familia desde 1819. Oficial de la Milicia nacional y liberal convencido, acompañó en 1823 a las Cortes del Trienio liberal durante su traslado a Sevilla y Cádiz, huyendo de la intervención absolutista de los Cien Mil Hijos de San Luis. Tras la derrota liberal, vuelve a Madrid y cursa estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid (antigua Universidad Central), ejerciendo posteriormente como pasante del abogado Manuel María Cambronero. En el entorno de éste, participó en las conspiraciones liberales de 1831, lo que le obligó a exiliarse en San Juan de Luz (Francia).
Aprovechando la amnistía de 1832 vuelve a España (febrero de 1833) y es recomendado por el conde de Toreno al ministro de Gracia y Justicia Nicolás María Garelli, que le nombra secretario de la comisión que revisaba el Código de comercio. Con Mendizábal fue Gobernador Civil de Madrid. Fue elegido diputado por esta ciudad y después por Logroño en las sucesivas elecciones parlamentarias desde 1836 hasta 1873. Participó en la elaboración de la Constitución española de 1837 tras el Motín de la Granja de San Ildelfonso, convencido de la necesidad de superar los enfrentamientos que la Constitución de 1812 y el Estatuto Real de 1834 habían supuesto. Es por entonces cuando se le nombra preceptor de Isabel II (reina desde 1833, pero aún bajo regencia de su madre María Cristina).
Salustiano Olózaga pronunciando un discurso en un café |
El 20 de noviembre de 1843, recién declarada la mayoría de edad de Isabel II, el progresista Salustiano Olózaga, fue nombrado Ministro de Estado y Presidente del Consejo de Ministros, en Madrid.
Olózoga, que meses antes pronunció un discurso en el Parlamento en el que se escuchó la célebre frase de «¡Dios salve al país, Dios salve a la reina!», y que fue el inicio del fin de la Regencia de Espartero, formó un Gobierno únicamente formado por progresistas, al que el Congreso se opuso.
Olózaga logró que los progresistas se retiraran de las consultas electorales, lo que supuso que este partido tendiera hacia las tesis de acción «revolucionaria».
En 1864 pronunció un discurso en «Los Campos Eliseos» (1864) mítico por haber acuñado la frase «o todo o nada». El todo significaba el derribo de Isabel II, lo que provocó que los progresistas preparasen «La Gloriosa» de 1868.
Tras la revolución, Olózaga presidió la comisión de las Cortes Constituyentes que redactó el proyecto de la que sería Constitución demoliberal de 1869.
Olózaga falleció, siendo embajador en París, el 26 de septiembre de 1873.
Caricatura publicada en la revista satírica La Flaca el 10 de julio de 1869 |
En la imagen se representa al embajador español en París Salustiano de Olózaga, anunciando en la calle mediante un cartel, como si de una agencia de colocaciones se tratara, la búsqueda de un rey para España.
El texto bromea sobre los problemas del país. Los espectadores son:
- Antonio de Orleans, duque de Montpensier, al que se puede identificar por la flor de lis que lleva bordada en la bandolera, símbolo de la familia real francesa, y por el nombre Orleans escrito en el collar del perro que lleva sujeto con una correa.
- Detrás se encuentra un personaje tocado con una boina roja propia de los carlistas. Se trata del pretendiente carlista al trono, Carlos VII.
- Finalmente una señora con sobrepeso, Isabel II, acompañada de un niño vestido con ropas militares que tira de un carnero de juguete, su hijo, el futuro Alfonso XIII.
En la caricatura faltarían algunos pretendientes importantes, como el Leopoldo de Hohenzollern, a cuya candidatura se opuso firmemente el emperador francés Napoleón III, o el que finalmente terminaría convirtiéndose en rey de España, Amadeo de Saboya.
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