Jacobo de Grattis
Jacobo de Grattis (Módena, Italia, 24 de febrero de 1517 - Madrid, en 1619), más conocido como el Caballero de Gracia y Jacobo de Gracia, fue un caballero modenés que vino a España como secretario del nuncio apostólico de Gregorio XIII, y se estableció luego en el Madrid de Felipe II. Adquirió y explotó varias fincas en las inmediaciones de la calle del Clavel, creando una vía que luego tomó su nombre, y en la que se conserva, reformado, el oratorio donde fue enterrado, a espaldas de la Gran Vía. Fue caballero de la Orden de Cristo.
Nacido en Módena, Jacobo pasó su juventud entre Florencia y Bolonia, relacionándose con la nobleza de la época. Acompañó a Juan Bautista Cataneo (o Castañer) en su nunciatura en la corte de Felipe II. En Madrid cultivó la amistad de personajes como Carlos de Borja y Aragón (Duque de Gandía), adquirió numerosas fincas cercanas a la Red de San Luis y desarrolló una intensa actividad como don Juan, dando lugar a diversas leyendas populares. Merced a una de ellas, decidió hacerse sacerdote; según otros, tras una misión en Roma regresó arrepentido e investido sacerdote, pasando de ambicioso especulador inmobiliario a obsesivo fundador de cofradías, iglesias y conventos. Entre dichos conventos estuvo el de Concepcionistas Descalzas, donde se acogieron las monjas expulsadas de Inglaterra por Enrique VIII y se desarrolló, ya en el siglo XIX, la vida no menos legendaria de sor Patrocinio, la "monja de las llagas".
También fundó, en 1609, la Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento —a la que perteneció Cervantes—, institución que más tarde, en 1654, construyó el oratorio público en el que —finalmente trasladado allí— se halla enterrado el seductor arrepentido «Jácome de Grattis», quien, según Mesonero Romanos y otros cronistas posteriores, falleció en 1619 a la improbable edad de 102 años.
Oratorio de Caballero de Gracia
El oratorio original fue construido en 1654, pero su estado ruinoso a mediados del siglo XVIII hizo necesaria su rehabilitación. El arquitecto Juan de Villanueva presentó dos plantas en el año 1782; una, ampliando lo existente como se le pedía, «recomponiendo toda la nave con la formación de unas pilastras y capillas, a fin de unirla al carácter de la nueva capilla mayor o crucero que propongo hacer»; otra, de esquema basílical, proponía un nuevo templo «que haría en obra mejor efecto, con más variedad y novedad a causa de no hallarse en esta Corte alguna otra de tal idea». Esta segunda propuesta fue la elegida, completando Villanueva el proyecto con los alzados interiores en junio de aquel mismo año.
Villanueva, que recibió este encargo del rey Carlos III en el momento culminante de su carrera, se había formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde su hermano impartía clase y en la que obtuvo los primeros premios de alumno destacado. Consiguió ir a Roma tras ser beneficiario de las primeras “Pensiones de Roma” y esa estancia fue decisiva en su preparación, formación e ideario arquitectónico.
Roma era en el siglo XVIII lugar de encuentro de artistas y allí se debatían las nuevas ideas estéticas y se preparaban los dibujos que constituirían el material gráfico de los más importantes libros de arquitectura. Allí, personajes como Giovanni Battista Piranesi, Johann Joachim Winckelmann o Anton Raphael Mengs, prefiguraban un nuevo movimiento artístico; una vuelta a la antigüedad entendida como un modelo repetible.
Juan de Villanueva llegó a Roma en 1759, donde se consolidaba el esquema teórico del Neoclasicismo. A su vuelta a España, Villanueva quedó en un segundo plano como arquitecto oficial de la monarquía toda vez que era Francesco Sabatini quien acaparaba los encargos regios. A la muerte de éste, pasó a ser Arquitecto Mayor de las Obras Reales y es en este momento cuando recibe el encargo. Hasta este momento el arquitecto había realizado obras civiles vinculadas a la realeza, como las Casitas del Príncipe en el Escorial y el Pardo, además de obras magníficas como el Observatorio Astronómico y el actual Museo del Prado, ambas en Madrid.
La obra supuso un hito en su carrera por ser el primer gran encargo de tipo religioso y por el hecho de encontrarse con no pocas dificultades en su proyección y ejecución, debido en parte a las desavenencias con la Congregación del Caballero de Gracia y al condicionamiento económico y espacial.
Entre noviembre de 1782 y febrero de 1795 se realizó la obra interior del oratorio. El largo período que se tardó en construir se explica por la falta de fondos, y el rey Carlos III tuvo que prestar ayuda con parte de los ingresos de la nueva Real Lotería Nacional. En 1794 las deudas y la imposibilidad de terminar el edificio apremiaban tanto que un benefactor se comprometió con los gastos finales de obra si se terminaba para laOctava.
Por aquellas fechas, Villanueva había ordenado derribar una cornisa, entendiendo la Congregación que aquello retrasaba la obra y podía impedir la recepción del donativo. Se produce un intercambio de cartas entre Villanueva y la Congregación; el arquitecto consideraba que sus órdenes debían prevalecer sobre la premura del tiempo, y la Asociación veía peligrar el importante donativo si no finalizaba la obra en la Octava. El resultado final fue el despido de Villanueva y el nuevo encargo al arquitecto Juan Pedro Arnal, que terminó la obra en 1795.
La fachada de la calle Caballero de Gracia, proyectada en 1789, no se construyó hasta 1830, con alteraciones y bajo la dirección de Custodio Teodoro Moreno. La obra era obligada porque al faltar la fachada la lluvia perjudicaba grandemente al edificio.
Entre 1911 y 1916 la alineación del edificio con la nueva Gran Vía obligó a destruir la casa de los capellanes y otras dependencias, y se construye la nueva fachada norte del oratorio, obra del arquitecto Carlos de Luque López.
Posteriormente el edificio fue restaurado por Fernando Chueca Goitia, y en 2003 se concluyó una rehabilitación de luces, cuadros y vidriera del presbiterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario