Luis Paret y Alcázar (Madrid, 11 de febrero de 1746 – Madrid 14 de febrero de 1799) fue un pintor español, de estilo muy personal, más cercano al rococó de Watteau que al neoclasicismo que empezaba a imponerse con autores como Mengs. Su temática es muy variada: paisajes, escenas de interior, retratos, escenas mitológicas, bodegones de flores, etc.
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Baile de máscaras 1767
Representación en panorámica de un festejo, celebrado quizá en el Teatro del Príncipe de Madrid. En los palcos, numeroso público contempla el espectáculo de la muchedumbre que baila sobre la platea, demostrando variadas emociones y sentimientos, bailando y galanteando al son de la música que toca la orquesta desde el palco principal.
Las innumerables figuras están esbozadas a través de toques claros, aplicados con presteza, según la costumbre de Paret. El preciosista estilo rococó y la compleja composición con un punto de vista bajo, son característicos de la etapa más joven de su producción. La pincelada fina y las tonalidades pastel ayudan a sugerir el sentimiento de fiesta nocturna y la energía de la masa de gente.
Obra realizada no por encargo sino por iniciativa del pintor, según se explica en la inscripción con que firma la obra. Procede de las colecciones del infante don Luis, y estuvo documentado posteriormente en poder del marqués de Salamanca.
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De padre francés y madre española, cursó estudios desde los diez años en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pensionado en Roma por el infante Don Luis de Borbón (1763–1766). Se incorpora al taller de Charles de la Traverse, en Madrid.
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Las parejas reales 1770
Fiesta hípica celebrada en Aranjuez en la plazuela del Palacio el 6 de junio 1770. La escena muestra el momento en el que concluye el desfile principal, encabezado por el Príncipe de Asturias, futuro Carlos IV. El rey Carlos III presencia la fiesta junto con su nuera, la princesa Maria Luisa de Parma, desde el segundo palco, el más iluminado del tablado, que flanquea la plaza a la derecha, mientras bajo el palco hacen guardia los soldados de la Real Guardia de Infantería. Al frente de las parejas corrieron: el príncipe don Carlos -después Carlos IV-, el infante don Gabriel, el infante don Luis Antonio y el duque de Medinasidonia. Paret logra retratar con gran acierto el movimiento y la energía del público, cuya viveza contrasta con el movimiento disciplinado de los jinetes. La precisión de Paret queda de manifiesto en la perfección con que reproduce el uniforme de soldado a caballo del Regimiento de Caballería Algarve que, en primer término casi en el centro, intenta hacer retroceder a los grupos de figuras de esa zona. También el que, a su lado, le ayuda en su tarea, reconocible como miembro de la Guardia Valona del rey. Se manifiesta el interés de Paret en presentar hechos históricos a través de su característico detallismo preciosista, enlazando lo documental con lo imaginativo.
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Implicado en los devaneos amorosos de su protector, el infante don Luis, es desterrado por orden de Carlos III a Puerto Rico (1775), donde tiene seguidores (José Campeche). Vuelve a España en 1778 aunque se le mantiene desterrado a cuarenta leguas de la corte, residiendo en Bilbao. Se le encarga una serie de paisajes cantábricos, actualmente conservados en diversos museos y colecciones. Ingresa en la Academia al mismo tiempo queFrancisco de Goya, y es autorizado para volver a la Corte en 1788. En los últimos años de su vida pasa apuros económicos.
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Carlos III comiendo ante su corte, 1775
En este cuadro Paret nos invita a asistir a un rito diario en el Palacio Real de Madrid. El rey Español Carlos III (1716-1788) está sentado a la mesa en presencia de sus ministros, embajadores, sirvientes y perros de caza favoritos. Paret lo representa en el momento en el que se dispone a beber de la copa que le ofrece un criado que dobla la rodilla. En las paredes del salón suntuosamente decorado hay vistosos tapices de asunto mitológico, con los temas, de izquierda a derecha, de El sacrifico de Ifigenia, Mercurio y Herse, Diana con un perro de caza y Venus en la fragua de Vulcano. Estas escenas pueden haber sido escogidas en función de la ceremonia que se desarrollaba abajo o como alusión a los pensamientos íntimos del rey. Tocan temas como el patriotismo, visto en el sacrificio de Ifigenia, que legitima a su padre Agamenón para atacar a Troya; el amor, sugerido por la pasión de Mercurio y Herse; la caza, indicada por Diana, su diosa tutelar; y el honor militar, insinuado por la armadura que hizo Vulcano para Eneas, el hijo de Venus y el futuro conquistador de Roma. En el techo, pintado al fresco en estilo barroco, se distinguen dos dioses fluviales entre nubes que parecen derramarse sobre la estancia. No es frecuente la representación de un personaje real a la mesa. Pero en la Corte de Carlos III la comida del rey se acompañaba de un ceremonial estricto, que fue descrito por no pocos viajeros extranjeros de la época. Paret debió de conocer bien aquellas estancias por ser pintor a sueldo del infante don Luis, el hermano menor del rey. El salón que aparece en este cuadro se asemeja en su trazado al que conocemos hoy. Cuando pintó este cuadro las fuentes indican que la antecámara estaba decorada con tapices de la historia de José, no con escenas mitológicas. El techo pintado por Raphael Mengs, con La apoteosis de Hércules, no era en nada semejante a la pintura de Paret, que parece una imitación libre del techo de Giovanni Battista Tiepolo en el salón del trono. Más que reflejar la escena con exactitud, se diría que Paret ha puesto en ella un sutil toque de humor.
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Entre sus pinturas más célebres, destacan: La tienda del anticuario Geniani (Museo Lázaro Galdiano, Madrid), La circunspección de Diógenes (Academia de San Fernando), Vista del Arenal de Bilbao y Paisaje de Fuenterrabía(Museo de Bellas Artes de Bilbao), La playa de Peñota (Santurce) del Museo Cerralbo (Madrid) y varias del Museo del Prado, como un Autorretrato, Las parejas reales en Aranjuez, Juramento del príncipe de Asturias, Vista del Jardín Botánico (inacabada), etc.
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Jura de Fernando VII como Príncipe de Asturias, 1791
Representación de dos instantes consecutivos en la ceremonia de juramento del futuro Fernando VII (1784-1833) como príncipe de Asturias, en la Iglesia del Real Monasterio de San Jerónimo de Madrid el 23 de Septiembre de 1789: el juramento religioso como sucesor de la Corona y el momento en el que besa la mano de su padre el Rey.
En la escena, puede distinguirse al Príncipe arrodillado delante del cardenal Lorenzana y ante su padre Carlos IV (1748-1819), situado junto a la reina María Luisa de Parma (1751-1818) bajo el dosel de la derecha. A pesar de las grandes dimensiones de la obra,Paret supo recrear el momento con gran detallismo, tanto pictórico como histórico. Las informaciones al respecto pudo sacarlas de La Gaceta de Madrid, periódico diario en el que se describió el acontecimiento. Existe un dibujo preparatorio para toda la composición en el Museo del Louvre, París.
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En 1787 afronta una empresa de mayores dimensiones, que puede considerarse el último gran conjunto decorativo del rococó pictórico español: la decoración, al temple, de la cúpula y pechinas de la capilla de San Juan del Ramo, en la iglesia de Santa María de Viana (Navarra), con escenas de la vida del Bautista; así como los cuadros El Anuncio del Ángel a Zacarías (1786) y La Visitación (1787).
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