Monumento a Quevedo (1902) en la Plaza Alonso Martínez, al fondo Calles de Santa Engracia y Salesas Reales |
Este monumento, ejecutado por el escultor tortosino Agustín
Querol Subirats (1860-1909) y consagrada al insigne
escritor madrileño Francisco de Quevedo Villegas
(1580-1645), fue erigida por el Ayuntamiento de
Madrid dentro del programa ideado por el alcalde Alberto Aguilera para
conmemorar la jura del rey Alfonso XII al cumplir la mayoría de edad el año
1902, junto con las de Agustín Argüelles por José Martínez Alcoverro, Bravo
Murillo por Miguel Ángel Trilles, Francisco de Goya por Mariano Benlliure, José
de Salamanca por Jerónimo Suñol y Lope de Vega por Mateo Inurria; quedando sin
realizar las proyectadas a los dramaturgos Ramón de la Cruz y Leandro Fernández
de Moratín, y al arquitecto Ventura Rodríguez. Aunque el presupuesto previsto
para cada una ascendía a 35.000 pesetas, que se aumentarían
en 5.000 ptas más si era necesario, la estatua de
Quevedo, encargada directamente a su escultor por Decreto del 7 de octubre de
1901, costó 65.000 pesetas a causa del
elaboradísimo pedestal escultórico de piedra caliza con bajorrelieves y figuras alegóricas,
obra también del propio Querol, que fue causa probable de los retrasos en su
ejecución, por lo que el 5 de junio de 1902 sólo pudo ser inaugurada
provisionalmente con un modelo en yeso ocupando el lugar de la estatua definitiva,
volviendo a ocultarse con vallas hasta el 22 de octubre, en que se remató el
conjunto; aunque nunca se instalaron los cuatro bajorrelieves de bronce
alusivos a obras de Quevedo que debían ocupar los recuadros dejados
expresamente para ellos en la parte baja del pedestal, como se deduce de las
inscripciones que los coronan.
Originalmente la escultura se instaló en la plaza de Santa
Bárbara, actual glorieta de Alonso Martínez,
estando prevista su protección por una
elegante verja de estilo modernista diseñada en consonancia con el monumento,
que no llegó a colocarse. En 1963, por motivos de tráfico se trasladó a una
isleta ajardinada en la glorieta dedicada al propio Quevedo, donde hasta
entonces se alzaba el monumento al Dos de Mayo de Aniceto Marinas, que se
reubicó en los jardines de Ferraz, enfrentado a la desembocadura de la calle de
Eloy Gonzalo; aprovechándose la ocasión para sustituir por una copia el degradado pedestal original.
Hacia el año 2000 se volvió a remodelar la plaza, recreando una rotonda central donde se
instaló la escultura como remate de una fuente monumental formada por una
meseta suavemente escalonada por la que se desliza el agua que brota bajo
aquélla a un estanque circular punteado de pequeños surtidores, perdiéndose en la
reforma el plinto escalonado con tres peldaños sobre el que antaño se alzaba,
sustituido por una faja de realce placada en piedra negra que no favorece al
monumento, al interrumpir el "derrame" naturalista del pedestal de
forma artificiosa.
Boceto de la escultura por Querol, en 1901 |
Agustín Querol es autor de otras muchas obras en Madrid,
como el monumento a Claudio Moyano en el arranque de la cuesta de su nombre,
los mausoleos de Cánovas del Castillo en el Panteón de Hombres Ilustres y de la
familia Guirao en la Sacramental de San Isidro, los grupos escultóricos que
rematan el Ministerio de Agricultura (traspasados a bronce por el escultor Juan
de Ávalos cuando el mármol original comenzó a disgregarse), o el inmenso grupo
alegórico que decora desde 1903 el frontón de la Biblioteca Nacional, en cuyos
jardines se expusieron hasta hace pocos años el bajorrelieve de San Francisco
de Asís curando a los leprosos de 1887, que
obtuvo Medalla de Oro en las exposiciones de Berlín,
Munich y Viena, y el grupo Sagunto, que ganó la
de Honor en la Exposición Nacional de 1906.
El pedestal esta formado por un plinto prismático con planta
de cruz griega decorado con motivos vegetales, con cuatro recuadros rehundidos
en los testeros sobre los que campean sendas inscripciones alusivas a unos
bajorrelieves que reflejaban los principales géneros que trabajó Quevedo, y que
nunca llegaron a colocarse: al frente, mirando al Sur, se lee GRAN TACAÑO en
referencia a la novela satírica Vida del
Gran Tacaño; al Este,
PODEROSO CABALLERO (
)S D DINERO por el poema homónimo, representando la Lírica;
en la cara trasera al Norte, MARCO BRUTO de la Historia
de Marco Bruto, como la Historia; y al Oeste,
SANTO TOMÁS de la Vida de Santo Tomás de Villanueva, por la
narrativa en Prosa.
Sobre este primer cuerpo, descansa uno de mayor tamaño decorado con cuatro figuras femeninas alegóricas entrelazadas en un torbellino en torno al mismo,
comenzando por una agitada representación alada de la Sátira, con el torso
desnudo, cuyas alas desbordan el marco del pedestal, y que sostiene en la mano
derecha una lira que transfiere a la Poesía, vestida con túnica y de pie sobre
la inscripción correspondiente a su género, que la recoge también con la
diestra, mientras con la izquierda que
sostiene una pequeña figura desnuda alcanza a tocar el libro abierto que sostiene la Historia,
también vestida y sentada en el centro de la
cara trasera bajo la fecha 1580 de nacimiento
del escritor, escuchando estática a la Prosa, que completamente desnuda se inclina hacia
ella llevándose la mano izquierda a la boca a modo
de tornavoz, mientras con la diestra levanta en alto lo que parece una antorcha
con la que casi toca la mano izquierda que sujeta
una palma de la Sátira
del principio.
Coronando el conjunto, sobre un plinto naturalista con el
apellido QUEVEDO labrado en el frente y la firma del escultor A. Querol en el
costado izquierdo, descansa la arrogante figura del escritor: con melena,
bigote, perilla y los característicos anteojos llamados quevedos en su honor magistralmente
representados; de pie, descansando el peso en
la pierna derecha y la izquierda levemente adelantada, vestido como caballero a
la usanza de su época, con la cruz de Santiago en el pecho, espada hoy rota y capa corta que recoge con la
diestra mano, en la que lleva una pluma, mientras con la izquierda guarda en el
cinto un billete plegado y arrugado, quizá
como referencia a los famosos memoriales dirigidos al rey que tantos problemas
le causaron.
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