Tirso de Molina (pseudónimo de
fray Gabriel Téllez; Madrid, 24 de marzo de 1579 – Almazán, 12 de marzo de
1648), fue un religioso mercedario español que destacó como dramaturgo, poeta y
narrador del Barroco.
Tirso de Molina destaca sobre
todo como autor teatral. Su dramaturgia abarca principalmente la comedia de
enredo, como Don Gil de las calzas verdes, y obras hagiográficas como la
trilogía de La Santa Juana o La dama del olivar. Se le ha atribuido tradicionalmente
la creación del mito de Don Juan en El burlador de Sevilla, cuya primera
versión podría ser de 1617, con la obra Tan largo me lo fiais, editada en el
siglo XVII a nombre de Calderón y que parte de la crítica atribuye a Andrés de
Claramonte (no así otro sector de críticos, que la tienen como una versión
emparentada con un arquetipo común escrito por Tirso entre 1612 y 1625);1 en la
citada obra, Don Juan, un noble sevillano, altera el orden social deshonrando a
cuantas mujeres se le ponen delante y finalmente es castigado por la estatua
funeraria de una de sus víctimas, el padre de una de las damas burladas, que lo
mata y lo arrastra a los infiernos. También se encuentra en discusión la
autoría de El condenado por desconfiado, comedia de bandoleros a lo divino.
Tirso fue el primer autor que dio profundidad psicológica a los personajes
femeninos, que llegaron a ser protagonistas de sus obras literarias.
Monumento a Tirso de Molina en Madrid (Rafael Vela del Castillo, 1943) |
Sus padres eran humildes
sirvientes del Conde de Molina de Herrera. Blanca de los Ríos sostuvo que Gabriel
fue hijo natural del Duque de Osuna, pero esa tesis carece de fundamento y hoy
está completamente desacreditada, ya que de ser cierta Tirso habría necesitado
dispensa papal para entrar en la Orden de la Merced. Además, el Duque de Osuna
era entonces muy viejo y se encontraba acreditado en Nápoles. Por otra parte,
la partida de nacimiento que alega doña Blanca es prácticamente ilegible y hace
nacer a Tirso en 1584. Luis Vázquez, en su «Gabriel Téllez nació en 1579.
Nuevos hallazgos documentales», en Homenaje a Tirso, L. Vázquez, ed., Madrid:
Revista Estudios, 1981, pp. 19–36, documenta que nació en 1579. Ninguno de sus
enemigos contemporáneos, por otra parte, le achacó ese origen.
Tirso de Molina fue un discípulo
ferviente de Lope de Vega, a quien conoció como estudiante en Alcalá de
Henares; toda su vida defenderá la concepción lopista del teatro. El 4 de
noviembre de 1600 ingresó en la Orden de la Merced y tras pasar favorablemente
el noviciado tomó los hábitos el 21 de enero de 1601 en el monasterio de San
Antolín de Guadalajara. Se ordenó sacerdote en 1606 en Toledo, donde estudió
Artes y Teología y empezó a escribir; ésta fue la ciudad donde vivió más
tiempo, y desde ella hizo viajes a Galicia (en 1610 ó 1611), a Salamanca (en
1619) y a Lisboa.
Plaza del Progreso en 1933 (actual Plaza de Tirso de Molina) |
En 1612 vendió un lote de tres
comedias, y se cree que ya había escrito antes una primera versión de El
vergonzoso en Palacio; de 1611 es La villana de La Sagra; de hacia 1613, El
castigo del penseque y la trilogía de La santa Juana, y de 1615 data Don Gil de
las calzas verdes; todavía este año estrenó en el Corpus toledano el auto Los
hermanos parecidos. Ya por entonces, si bien cultivaba también temas
religiosos, sus sátiras y comediasle habían granjeado problemas con las
autoridades religiosas, lo que lo llevó a retirarse entre 1614 y 1615 al
monasterio de Estercuel, en Aragón. Quizá por ello apenas figura en el Viaje
del Parnaso de Cervantes.
Entre 1616 y 1618 estuvo en Santo
Domingo, en cuya universidad fue profesor de teología durante tres años y donde
además intervino en asuntos de su Orden. Esto le permitió conocer numerosas
historias de la Conquista que usaría más tarde en sus obras. De vuelta ya en
1618, se instaló en Madrid, donde entre 1624 y 1633 aparecieron las cinco
Partes de sus comedias; estas «profanas comedias» causaron un gran escándalo,
de forma que el 6 de marzo de 1625 se reunió una de las Juntas con que el
Conde-Duque de Olivares pretendía reformar las costumbres con el siguiente
orden del día:
El escándalo que causa un frayle
merçenario que se llama el Maestro Téllez, por otro nombre Tirso, con Comedias
que haçe profanas y de malos incentivos y exemplos. Y por ser caso notorio se
acordó que se consulte a S. M. de que el Confessor diga al Nuncio le eche de
aquí a uno de los monasterios más remotos de su Religión y le imponga
excomunión mayor latæ sententiæ para que no haga comedias ni otro género de
versos profanos. Y esto se haga luego.
Así que se tomó la resolución de
desterrarlo a Sevilla, donde residió en el Convento de la Merced, edificio que
actualmente ocupa el Museo de Bellas Artes de la ciudad. En la dedicatoria de
la Tercera parte alude a esta persecución, que no logró desalentar su vocación
poética:
Gusano es su autor de seda: de su
misma sustancia ha labrado las numerosas telas con que cuatrocientas y más
comedias vistieron por veinte años a sus profesores, sin desnudar, corneja,
ajenos asuntos, ni disfrazar pensamientos adoptivos. Tempestades y
persecuciones invidiosas procuraron malograr los honestos recreos de sus
ocios...
En 1622 participó en el certamen
poético con motivo de la canonización de San Isidro, pero en 1625 la Junta de
Reformación creada a instancias del Conde-Duque de Olivares le castigó con
reclusión en el monasterio de Cuenca por escribir comedias profanas «y de malos
incentivos y ejemplos», y pidió su destierro y excomunión mayor si reincidiese.
A pesar de todo, Tirso de Molina
siguió escribiendo y no se tomaron medidas mayores contra él al desinflarse las
disposiciones moralizadoras del Conde-Duque; es más, en 1626 pasó a residir en
Madrid y fue nombrado comendador de Trujillo, por lo que vivió en la ciudad
extremeña hasta 1629, año en que volvió a Toledo y posiblemente a Madrid.
Entre 1632 y 1639 estuvo en
Cataluña, donde fue nombrado definidor general y cronista de su Orden y compuso
la Historia general de la Orden de la Merced. En 1639 el pontífice Urbano VIII
le concedió el grado de maestro; sin embargo, los enfrentamientos con miembros
de su propia Orden lo llevaron al destierro en Cuenca en 1640. Sus últimos años
los pasó en Soria, en el Convento de Nuestra Señora de la Merced, en el que fue
nombrado comendador en 1645. Murió en Almazán en 1648.
Aunque una de las obras que se le
atribuyen ha tenido una enorme influencia en la cultura mundial como origen del
mito de Don Juan, El burlador de Sevilla y convidado de piedra, en su tiempo la
versión más conocida de la obra fue la versión primigenia, Tan largo me lo
fiais, que según algunos críticos fue compuesta por el dramaturgo y actor
Andrés de Claramonte, quien también podría ser el autor de La estrella de
Sevilla.
Se han conservado unas sesenta
piezas dramáticas de Tirso de Molina. Sin embargo, según su propio testimonio
en el prólogo a la Tercera Parte, sin duda algo exagerado, habría escrito en
1634 unas cuatrocientas, con lo que habría sido uno de los dramaturgos más
prolíficos del Siglo de Oro. La atribución de algunas de sus obras presenta,
sin embargo, todos los ingredientes del más intrincado de los rompecabezas
bibliográficos. Tal y como expone en El vergonzoso en Palacio, su idea de la
comedia es la de un espectáculo integral para los sentidos y el intelecto,
mostrándolo aquí:
¿Qué fiesta o juego se halla /
que no le ofrezcan los versos? / En la comedia, los ojos / ¿no se deleitan y
ven / mil cosas que hacen que estén / olvidados sus enojos? / La música ¿no
recrea / el oído, y el discreto / no gusta allí del conceto / y la traza que
desea? / Para el alegre, ¿no hay risa? / Para el triste, ¿no hay tristeza? /
Para el agudo, ¿agudeza? / el necio, ¿no se avisa? / El ignorante, ¿no sabe? /
¿No hay guerra para el valiente, / consejos para el prudente, / y autoridad
para el grave? / Moros hay si quieres moros; / si apetecen tus deseos /
torneos, te hacen torneos; / si toros, correrán toros. / ¿Quieres ver los
epitetos / que de la comedia he hallado? / De la vida es un traslado, /
sustento de los discretos, / dama del entendimiento, / de los sentidos
banquete, / de los gustos ramillete, / esfera del pensamiento, / olvido de los
agravios, / manjar de diversos precios, / que mata de hambre a los necios / y
satisface a los sabios. (El vergonzoso en palacio, II, 14)
Esta concepción del teatro es,
pues, muy lúdica y artificiosa; para Tirso de Molina el artificio es esencial
en la pieza artística, y la variedad es su sustancia misma:
Esta diferencia hay de la
naturaleza al arte: que lo que aquélla desde su creación constituyó, no se
puede variar, y así siempre el peral producirá peras y las encinas su grosero
fruto [el arte sí admite variación, y por tanto] ¿Qué mucho que la comedia […]
varíe las leyes de sus antepasados, e injiera industriosamente lo trágico con
lo cómico, sacando una mezcla apacible destos dos encontrados poemas, y que,
participando de entrambos, introduzca ya personas graves como la una, y ya
jocosas ridículas, como la otra? (Tirso de Molina, Los cigarrales de Toledo).
La obra dramática de Tirso de
Molina se caracteriza por la enorme complicación de sus argumentos, que a veces
se hacen difíciles de seguir, como en el caso de Don Gil de las calzas verdes;
posee, sin embargo, el secreto de la intriga y sabe cómo interesar al espectador
con la infinita variedad de su imaginación:
«Mézclanse lanas diversas / en el
telar de la vida / unas de color alegre / otras que, tristes, lastiman» (La
huerta de Juan Fernández).
Sus personajes poseen una
profundidad psicológica mayor que en otros dramaturgos de la época, y sus
caracteres femeninos destacan a menudo en sus obras, como por ejemplo la reina
María de Molina en La prudencia en la mujer. También suelen ser increíblemente
enredadores e intrigantes (el prototipo de éstos sería, por ejemplo, la Marta
de Marta la piadosa), de manera que siempre saben salirse con la suya y tienen
salidas para las situaciones más apuradas, lo que atestigua el ingenio del
fraile mercedario.
Tirso destacó sobre todo en la
comedia, con piezas como Marta la Piadosa, Por el sótano y el torno, Don Gil de
las calzas verdes, La villana de Vallecas y, dentro de la comedia palatina, El
castigo del penseque, El amor médico y sobre todo El vergonzoso en palacio.
Cultivó también las obras religiosas, tanto los autos sacramentales (El
colmenero divino, Los hermanos parecidos, No le arriendo la ganancia) como los
dramas hagiográficos (Santo y sastre, la trilogía de La santa Juana) y bíblicos
(La mejor espigadora, sobre la historia de Ruth, y La vida y muerte de
Herodes).
Tirso de Molina |
Escribió además dos misceláneas,
Los cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635), donde tienen
cabida la novela cortesana, las piezas dramáticas y los poemas de distinta
temática.
El estilo de sus obras es
abiertamente conceptista, muy jugador con los vocablos, y en sus últimas obras
algo culterano, pero siempre sobre un fondo conceptista.
Su reputación trascendió las
fronteras española aun en vida, como demuestra el hecho de que la obra
Opportunity de James Shirley se inspira en El castigo del penseque; sin
embargo, superado por la fama de calderón de la Barca, Tirso fue un gran
olvidado en España durante más de un siglo, hasta que a finales del XVIII
algunas de sus piezas fueron tímidamente recuperadas por Dionisio Solís y Juan
Carretero.
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