La primera alcazaba madrileña fue
fundada entre los años 850 y 886 por el emir de Córdoba Muhammad ben Abd
al-Raahman, en el primitivo recinto militar de la ciudad islámica, Mayrit,
siendo el germen de la villa que paulatinamente crecería en su entorno.
Juan II |
Se fortifica la plaza dotándola
de una función de vigilancia de importante trascendencia militar en la entonces
conocida como Marca Media. Los estudios arqueológicos han venido a confirmar
que esta primitiva alcazaba se había levantado en una ubicación dominante hacia
Poniente, el Norte y Levante, convirtiéndose en el principal baluarte defensivo
de la villa, guarnecido por el lado Oeste gracias a un fuerte desnivel sobre el
río Manzanares.
Vista del Alcázar de Madrid, Anónimo del siglo XVI |
En sus inmediaciones se levantaría
en época cristiana el Alcázar Real, estando separados ambos por el “Campo del
Rey”. Este castillo cristiano en el período bajomedieval estaba vinculado con
los lienzos amurallados que protegían la ciudad, formando parte de la propia
muralla.
Elías Tormo escribía en 1945, que
ésta se cerraba por Poniente en el alcázar y que dicha cerca era de doce pies
de ancho con grandes cubos, torres, barbacanas y fosos. Se describe este
primitivo alcázar como un edificio de planta rectangular con cuatro torres
semicirculares en su lado Oeste, dos grandes torres cuadradas al Sur y otra
gran torre cuadrada en el ángulo Noroeste. Sucesivas remodelaciones evidencian
su deterioro en época altomedieval.
Alcázar de Madrid en 1534 |
En efecto, a partir del siglo XIV
se suceden las referencias sobre remodelaciones encargadas por los reyes. Según
Tormo las torres de Poniente tenían mayor antigüedad: semicilíndricas y altas,
como las de la muralla. Añade, recogiendo las palabras de Mesonero Romanos, el
hecho de una segura remodelación en el siglo XIV de manos de don Pedro de
Castilla, que también se encargaría de ampliarlo, seguido por Enrique II siendo
que “a consecuencia de las notables obras verificadas por ellos, pudo el
Alcázar servir de mansión a los reyes de Castilla”.
Cuenta León Pinelo que en 1390 el
rey León “mandó reedificar las torres del alcázar real, que el tiempo tenía mal
tratadas”; durante el reinado de su hijo Enrique III “el doliente”, en torno a
1405, se levantaron algunas nuevas torres para que “le hermoseasen”, con el
objeto de adecuarlo a su función como residencia regia y “para depositar sus
tesoros”. De este momento parece datar la Torre del Homenaje en el Sudeste,
dominando el patio de armas.
Con los últimos monarcas de la
Casa de Trastámara el alcázar madrileño alcanzará un gran protagonismo como
aposento regio, convirtiéndose en una de las residencias reales más destacadas
de la segunda mitad del siglo XV castellano. Fue objeto de varias
remodelaciones para adaptarlo a tal fin.
Escudo de armas de la Casa de Trastámara entre Ángeles tenantes en el Atrio de la Iglesia del Monasterio de Santa María de El Paular en Rascafría (Madrid). Finales siglo XV |
Juan II será “el monarca
responsable del acondicionamiento del antiguo castillo en una residencia
adecuada al nuevo gusto del siglo XV, basado fundamentalmente en una idea de
lujo y esplendor”. Así sirvió de escenario a las cortes abiertas en Madrid el
10 de marzo de 1419 y existen referencias de su uso frecuente en este período
como aposento regio. Este uso continuado del edificio propició el que por
primera vez exista constancia documental de maestros encargados de su
mantenimiento. Es un momento decisivo en la historia de la fortaleza dotada a
partir de entonces de significativas salas destinadas al ceremonial cortesano,
como haría el mismo monarca en el alcázar segoviano, el otro edificio
fundamental para los Trastámara. De hecho, fue Juan II el que hizo construir
las estancias más relevantes del madrileño, inspirándose para ello en el de
Segovia.
Fuente: Begoña Alonso Ruiz (Universidad de Cantabria)
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