martes, 10 de marzo de 2015

10 marzo 1419 se celebran Cortes convocadas por Juan II en el Real Alcázar

La primera alcazaba madrileña fue fundada entre los años 850 y 886 por el emir de Córdoba Muhammad ben Abd al-Raahman, en el primitivo recinto militar de la ciudad islámica, Mayrit, siendo el germen de la villa que paulatinamente crecería en su entorno.

Juan II

Se fortifica la plaza dotándola de una función de vigilancia de importante trascendencia militar en la entonces conocida como Marca Media. Los estudios arqueológicos han venido a confirmar que esta primitiva alcazaba se había levantado en una ubicación dominante hacia Poniente, el Norte y Levante, convirtiéndose en el principal baluarte defensivo de la villa, guarnecido por el lado Oeste gracias a un fuerte desnivel sobre el río Manzanares.

Vista del Alcázar de Madrid, Anónimo del siglo XVI

En sus inmediaciones se levantaría en época cristiana el Alcázar Real, estando separados ambos por el “Campo del Rey”. Este castillo cristiano en el período bajomedieval estaba vinculado con los lienzos amurallados que protegían la ciudad, formando parte de la propia muralla.

Elías Tormo escribía en 1945, que ésta se cerraba por Poniente en el alcázar y que dicha cerca era de doce pies de ancho con grandes cubos, torres, barbacanas y fosos. Se describe este primitivo alcázar como un edificio de planta rectangular con cuatro torres semicirculares en su lado Oeste, dos grandes torres cuadradas al Sur y otra gran torre cuadrada en el ángulo Noroeste. Sucesivas remodelaciones evidencian su deterioro en época altomedieval.

Alcázar de Madrid en 1534

En efecto, a partir del siglo XIV se suceden las referencias sobre remodelaciones encargadas por los reyes. Según Tormo las torres de Poniente tenían mayor antigüedad: semicilíndricas y altas, como las de la muralla. Añade, recogiendo las palabras de Mesonero Romanos, el hecho de una segura remodelación en el siglo XIV de manos de don Pedro de Castilla, que también se encargaría de ampliarlo, seguido por Enrique II siendo que “a consecuencia de las notables obras verificadas por ellos, pudo el Alcázar servir de mansión a los reyes de Castilla”.

Cuenta León Pinelo que en 1390 el rey León “mandó reedificar las torres del alcázar real, que el tiempo tenía mal tratadas”; durante el reinado de su hijo Enrique III “el doliente”, en torno a 1405, se levantaron algunas nuevas torres para que “le hermoseasen”, con el objeto de adecuarlo a su función como residencia regia y “para depositar sus tesoros”. De este momento parece datar la Torre del Homenaje en el Sudeste, dominando el patio de armas.
Con los últimos monarcas de la Casa de Trastámara el alcázar madrileño alcanzará un gran protagonismo como aposento regio, convirtiéndose en una de las residencias reales más destacadas de la segunda mitad del siglo XV castellano. Fue objeto de varias remodelaciones para adaptarlo a tal fin.

Escudo de armas de la Casa de Trastámara entre Ángeles tenantes en el Atrio de la Iglesia del Monasterio de Santa María de El Paular en Rascafría (Madrid). Finales siglo XV


Juan II será “el monarca responsable del acondicionamiento del antiguo castillo en una residencia adecuada al nuevo gusto del siglo XV, basado fundamentalmente en una idea de lujo y esplendor”. Así sirvió de escenario a las cortes abiertas en Madrid el 10 de marzo de 1419 y existen referencias de su uso frecuente en este período como aposento regio. Este uso continuado del edificio propició el que por primera vez exista constancia documental de maestros encargados de su mantenimiento. Es un momento decisivo en la historia de la fortaleza dotada a partir de entonces de significativas salas destinadas al ceremonial cortesano, como haría el mismo monarca en el alcázar segoviano, el otro edificio fundamental para los Trastámara. De hecho, fue Juan II el que hizo construir las estancias más relevantes del madrileño, inspirándose para ello en el de Segovia.

Fuente: Begoña Alonso Ruiz (Universidad de Cantabria)

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