Felipe III (1578-1621), rey de
España entre 1598 y 1621, era hijo de Felipe II y su cuarta esposa, Ana de
Austria. A la muerte de su padre en 1598 ocupó el trono de España y Portugal.
En abril de 1599 contrajo matrimonio con su prima, Margarita de Austria, con la
que tuvo ocho hijos.
Plaza Mayor en 1865 |
Desde el comienzo de su reinado,
por su insuficiente capacidad para reinar, puso los asuntos de estado en manos
de su valido, el duque de Lerma, el primero de la serie de validos que rigieron
los destinos de España a lo largo del siglo XVII.
Trasladó la Corte a Valladolid
entre 1601 y 1606 y, a la vuelta a Madrid en 1608, fue jurado príncipe su hijo,
que había de reinar con el nombre de Felipe IV. En cuanto a la política
exterior, continuó con la enemistad con los turcos, con la República de Venecia
y con el Ducado de Saboya. En 1609 firmó la Tregua de los Doce Años con los
Países Bajos, que representaba el reconocimiento oficial de Holanda, paz que
permitió al gobierno enfrentarse a los moriscos, que fueron expulsados en 1609.
En 1618 comenzó la Guerra de los
Treinta Años en la que España apoyó a Fernando II de Austria en contra de
Federico V, preferido por el Palatinado; este mismo año el rey sustituyó a su
valido el duque de Lerma por su hijo, el duque de Uceda, aunque limitándole sus
funciones. Bajo el reinado de Felipe III, continuó la hegemonía española, pero
las dificultades económicas y la cesión del poder en válidos anunció el declive
posterior del Imperio.
En su mandato se construyó la
nueva Plaza Mayor, encargo real a Gómez de Mora, que fue terminada en dos años,
y se levantaron muchos edificios religiosos que aún perduran, como el convento
de monjas jerónimas Las Carboneras de 1607; el de mercedarias de Don Juan de
Alarcón, de 1609; el monasterio de la Encarnación, fundación real,
construido en 1611; la iglesia de San Antonio de los Portugueses y el Palacio
de Uceda, hoy Capitanía General.
La estatua fue un regalo de Cosme
II de Médicis, Gran Duque de Toscana, al rey. Iniciada por Juan de Bolonia en
Florencia, a su muerte la terminaría su discípulo Pietro Tacca. Se utilizó como
modelo el retrato que del rey realizara el pintor de cámara Juan Pantoja de la
Cruz.
La estatua llegó a Madrid en
1616, acompañada de Andrés Tacca, hermano del escultor, encargado de
presentarla al monarca junto a un Crucifijo de bronce, para el Monasterio de El
Escorial, y de su cuñado, Antonio Guidi, responsable del traslado y de la
colocación sobre el pedestal.
Fue entregada a Gómez de Mora,
como arquitecto Mayor de Palacio, y se depositó en el jardín del Alcázar hasta
el 2 de enero de 1617 donde se instaló delante del palacete de la Casa de
Campo, en los jardines de El Reservado.
En 1809, José Bonaparte,
residente en el Palacete, solicitó a Villanueva su traslado al Salón del Prado,
pero éste no se llevó a efecto por los altos costes que ello conllevaba.
En 1841, Aróstegui, Procurador
Síndico del Concejo, propuso el ajardinamiento de la plaza de la Constitución y
la instalación de la estatua de Felipe IV, traída desde El Retiro, para lo que
se crea una Comisión de Obras que no aceptó la propuesta, pero intercede para
que se instale en la plaza de Oriente, con el visto bueno del Ayuntamiento.
Es en diciembre de 1846, cuando
Mesonero Romanos junto a cinco concejales, solicitan a la Casa Real la
instalación de la estatua de Felipe III en la Plaza Mayor, ya que bajo su
reinado se construyó la misma tras el incendio de 1672. La aprobación de la
reina Isabel II tiene fecha de 13 de abril y el 28 del mismo mes el Ministro de
Gobernación comunica al Alcalde dicho consentimiento, reservándose para sí y sus sucesores la propiedad absoluta de dicha estatua.
El Ayuntamiento encarga al
arquitecto Juan José Sánchez Pescador el pedestal y escalinata así como el
desmontaje y el traslado desde la Casa de Campo el 22 de Marzo de 1848; el
coste total alcanza la cifra de 367.558 reales.
El trabajo de los bajorrelieves,
escudos y lápida fue un encargo municipal al escultor Sabino de Medina y la
leyenda de la lápida no se aprobará hasta enero de 1849.
Con la revolución de La Gloriosa
de 1868, se trasladó a los almacenes de la Villa y
allí estuvo hasta que el Ayuntamiento en 1874 dispuso su traslado al centro de
la plaza.
Con la proclamación de la Primera
República en 1873, se desmontó del pedestal y se trasladó a los Almacenes de la
Villa. Aunque se propusieron dos nuevas ubicaciones una en el Museo
Arqueológico y otra en el Patio del Palacio Real, finalmente no se llevaron a
cabo.
El Gobierno republicano propuso
sustituirla por una Alegoría
conmemorativa de los Mártires del 7 de julio de 1822,
pero no se llevó a cabo y finalmente en 1875 se
volvió a instalar en su primitiva ubicación.
En 1889, Segismundo Moret,
presidente del Congreso, propuso colocar en su lugar un monumento alegórico a
la Constitución, obra de Juan Vencell, que tampoco llegó a realizarse.
Al proclamarse la Segunda
República, el 14 de abril de 1931, alguien introdujo en la boca del caballo
unos petardos, lo que produjo varios desperfectos, por lo que en 1934 fue
restaurada por el escultor Juan Cristóbal, quien procedió a cerrar la boca del
caballo.
En mayo de 1970, y por las obras
del aparcamiento subterráneo de la Plaza, se trasladó de nuevo la estatua al
Parque de El Retiro, al jardín de las Estufas, hasta el 5 de junio de 1971,
fecha en la que vuelve a su primitiva ubicación
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