domingo, 28 de septiembre de 2014

28 Septiembre 1816 en el santuario de Atocha se casa en segundas nupcias el rey Fernando VII con doña María Isabel de Braganza

Un día después, con motivo de la boda del rey, se representa por primera vez en Madrid una ópera de Rossini en el Teatro del Príncipe. Se trata de "La Italiana en Argel", estrenada poco después del gran éxito de "El barbero de Sevilla.

María Isabel de Braganza, reina de España, como fundadora del Museo del Prado. Bernardo López Piquer
Isabel fue la segunda esposa de Fernando VII. El rey, viudo, planificó su nuevo matrimonio al volver a España tras la guerra de la Independencia. La preocupación por la situación de las colonias americanas, donde habían prendido las ideas liberales e independentistas frente al absolutismo, debieron inducirle a pensar en una princesa portuguesa, dada la presencia del rey portugués Juan VI en Brasil desde la ocupación napoleónica de Portugal. El acuerdo entre las casas reales supuso el matrimonio de Isabel y María Francisca de Braganza con el rey Fernando VII y su hermano Carlos María Isidro respectivamente. Su llegada a España tuvo lugar en 1816.
En esta pintura Isabel de Braganza mira directamente a los espectadores, mientras señala con la mano derecha el edificio del Museo del Prado a través de la ventana y apoya la izquierda sobre una mesa donde están los planos del museo; así nos cuenta la historia de un proyecto y un deseo personal. Aunque la iniciativa de constituir un museo con las colecciones reales ya se había planteado en tiempos de José I Bonaparte, la idea fue retomada a partir de 1814 por Fernando VII, barajándose la posibilidad de establecer el museo en el Palacio de Buenavista, en la Plaza de Cibeles. Sin embargo, poco después se decidió que la sede del museo fuera el edificio diseñado por Villanueva en tiempos de Carlos III para Museo de Ciencias Naturales, en el Paseo del Prado. Nacerá así el “Real Museo de Pintura”, germen del actual Museo del Prado.
Al parecer la reina Isabel de Braganza tuvo una destacada participación en la génesis del Museo, entrando de ese modo en la nómina de mujeres protectoras de las artes que estamos comentando a lo largo de este recorrido.
Isabel murió de parto en Aranjuez en 1818, rodeada de todas las reliquias que tradicionalmente acompañaban a las reinas en los momentos del parto. El miedo que producían los partos y las supersticiones asociadas a ellos unían a las mujeres de todas las clases sociales y condiciones.
El Real Museo de Pintura fue inaugurado el 19 de noviembre de 1819, un mes después de la boda de Fernando VII con su tercera esposa, María Josefa Amalia de Sajonia.

Nuestra Señora de Atocha

Se dice que la primitiva ermita de Atocha estuvo en la vega madrileña, cerca del río Manzanares, en el lugar denominado Santiago el Verde; siendo trasladada más tarde al lugar que ocupa actualmente por el caballero Gracián Ramírez. Consta la situación señalada de la ermita por una carta que se conserva, al parecer, en la Catedral de Toledo y en la cual San Ildefonso, gran devoto de Atocha indicaba a un canónigo de Zaragoza que cuando pasase por Madrid «se acordara de que en su Vega, había una devota imagen de Nuestra Señora, con un Niño en el brazo izquierdo y una manzana en la mano derecha, llamada la Virgen de Atocha» y de la cual el santo dice recibió muchos consuelos. Todo esto nos manifiesta cómo ya en el siglo VII era famosa la devoción a la Virgen de Atocha.


La ermita
Poco más sabemos con certeza de la Virgen de Atocha en aquellos tiempos hasta llegar al siglo XI en el cual las crónicas hablan ya de la iglesia de Atocha. Se reducía el templo de la patrona de Madrid en aquel tiempo, a una capillita de 15 pies de larga y 12 de ancha porque, como dice el padre Cepeda, «no permitían más grandiosidades los moros que vivían en su cercanía». Durante la permanencia de los árabes en Madrid, fue estipulado en las condiciones de la capitulación, que servían respetados el culto a la Virgen de Atocha y a la parroquia de Santa Cruz.

Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha

El santuario
Cuando mediado el siglo XI entró Alfonso VI en Madrid, la importancia de Atocha comenzó a aumentar y sus fincas y riquezas crecieron tanto que pudo sustentar con ellas a varios capellanes que atendían al servicio y culto de la Virgen.




El convento
Más adelante, en el siglo XVI, la ermita se convirtió en una gran iglesia y las casitas de los Canónigos Regulares en un convento de religiosos de Santo Domingo; por obra del P. Fr. Juan Hurtado de Mendoza, O.P., confesor del Emperador, al cual pidió y también al Papa Adriano VI - la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, para los dominicos. Ambos consintieron gozosos y, cumplidos los trámites reglamentarios, el día 2 de junio de 1523, se hizo la entrega solemne de las llaves de la iglesia a los citados religiosos. Y así, bajo el amoroso cuidado de los frailes dominicos ha permanecido desde entonces (salvo en un pequeño período del siglo pasado) la Virgen de Atocha.

Imagen de Nuestra Señora de Atocha, en el altar mayor de la Basílica

La francesada
Todos los reyes de la Casa de Austria se esforzaron en mejorar y ampliar las instalaciones de la iglesia y convento. Durante el reinado de la Casa de Borbón continuaron las ofrendas, y donativos para enriquecer las instalaciones hasta llegar a la que podríamos llamar -la noche triste del santuario- ya que en la noche del 5 de diciembre de 1808, las tropas francesas se apoderaron del convento, lo convirtieron en cuartel, expulsaron a los religiosos y cometieron profanaciones y robos con destrucción de la biblioteca, etc. De nuevo los religiosos, que habían estado refugiados en el convento de Santo Tomás de la calle de Atocha, volvieron al santuario donde estuvieron hasta la exclaustración en 1834, fecha en que la iglesia de Atocha quedó convertida en un páramo de desolación y ruinas y el convento se convirtió en cuartel de inválidos. La reina Isabel II se preocupó de restablecer el culto de Atocha nombrando una especie de cabildo compuesto por un rector y tres sacerdotes, hasta que el peligro de hundimiento movió a la reina Mª Cristina a ordenar que se procediese a su derribo. La Virgen, que recibía culto en una pequeña capilla provisional, fue trasladada a la iglesia parroquial del Buen Suceso que, como Atocha pertenecía al Patrimonio Real.

Restauración
El año 1924 los dominicos, que no podían olvidar a la Virgen de Atocha que con tanta devoción y cariño habían custodiado durante cuatro siglos, solicitaron al rey Alfonso XII concediese facilidades para restaurar el convento e iglesia de la Virgen de Atocha. Se realizaron las obras con la mayor rapidez y el primer sábado de noviembre de 1926 se hizo el solemne traslado de la Virgen, desde la parroquia del Buen Suceso hasta su nueva iglesia, donde fue recibida por su majestad el Rey y su madre la reina María Cristina, reanudándose una nueva era en el culto a la Virgen de Atocha. Quedó interrumpido de nuevo el culto en los azarosos años de nuestra guerra civil, al ser asaltados e incendiados el convento y la iglesia -

el 20 de julio de 1936- y los religiosos que no pudieron escapar aquel día trágico fueron martirizados. Se perdió todo cuanto de valor se guardaba en el recinto pero Dios quiso que se pudiera salvar únicamente el mayor tesoro de la casa, la imagen de la Virgen de Atocha que había sido retirada días antes de su trono y había sido entregada para su custodia a una familia amiga de la Comunidad. En 1939, aprovechamos las sólidas paredes maestras que habían quedado en pie después del incendio, entre ruinas, se habilitó el salón del sótano para capilla y en aquella especie de catacumba la Virgen, volvió a ocupar su sencillo y humilde trono.



Interior de la Basílica de Atocha en 1880La basílica
El santuario de Atocha fue elevado a la dignidad de Basílica el 12 de noviembre de 1863 a petición de la reina Isabel II, gracia que le fue otorgada por S.S. Pío IX. La actual edificación inaugurada en 1951 (en la Navidad) forma un rectángulo de 52 metros de frente por 34 de fondo, con una altura en la nave central de 13,25 metros en la que destacan las vidrieras de un estilo de interpretación moderna del románico y que representan los misterios del Rosario en diseño del fallecido pintor Carlos Pascual de Lara. Posteriormente fueron terminados el altar mayor y el camarín de la Virgen que hoy podemos afirmar es una de las patronas de Madrid que tiene un hermoso templo moderno y los religiosos cuentan con los medios precisos para el ejercicio de su apostolado.
La parroquia
La Real Basílica de Atocha estuvo por espacio de 10 años, desde 1878 al 1888, como sede de la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias. Como dato de interés podernos consignar que, en 1883 fue bautizado en ella el gran filósofo madrileño D. José Ortega y Gasset. Esta Basílica fue erigida Parroquia de Nuestra Señora de Atocha canónicamente, en el año 1965, por Monseñor D. Casimiro Morcillo.
Colegio Virgen de AtochaEl colegio
Patrimonio Nacional ha construido anejo, un moderno edificio para colegio que viene a cubrir una necesidad de puestos escolares en la barriada. Inaugurado en 1963, cuenta con una matrícula cercana a los 2.000 alumnos.







La Italiana en Argel de Rossini

Ópera en dos actos con música de Gioachino Rossini y libreto en italiano de Angelo Anelli, basado en un texto anterior musicado por Luigi Mosca. La música es característica del estilo de Rossini, notable por su fusión de energía sostenida con melodías elegantes y prístinas.
Narra la historia de Isabella, una italiana que se fue a Argelia para conseguir la libertad de su amado, Lindoro, esclavo de un hombre muy poderoso del país, Mustafá. La heroína intentó también ayudar en la relación matrimonial entre Mustafá y su mujer, Elvira.

2 comentarios:

  1. Palacio de Aranjuez. Apenas pasaban unos segundos de las nueve y media de la noche de aquel 26 de diciembre de 1818. Ella tenía 21 años y estaba embarazada. Sufrió un vahído y la dieron por muerta. Le practicaron una cesárea brutal, innecesaria, el feto, una niña, estaba muerto, y la sangría acabó con la vida de la madre.

    Era María Isabel de Braganza, la segunda esposa del rey Fernando VII, y una de las personas que más influyeron para que se creara el Museo del Prado. Cuatro días después era enterrada en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Pero quedaban cuentas pendientes con su memoria, que sería satisfechas en unas exequias laudatorias que desde la muerte de Carlos III no se habían celebrado.

    La fecha del homenaje se estableció para los días 1 y 2 de marzo de 1819. Pero antes, pocas horas después de la muerte de la reina, comenzaron los preparativos bajo las órdenes de la Mayordomía de Palacio. El encargado de diseñar el catafalco en forma de obelisco de treinta metros de altura que se levantaría en la iglesia de San Francisco el Grande sería el Arquitecto Real, Isidro González Velázquez. El costo fue de 635.955 reales de vellón. En su fabricación intervinieron escultores, el arquitecto Custodio Teodoro Moreno, el poeta Juan Bautista Arriaza y un pintor de historia, así como tallistas, carpinteros, doradores, tapiceros, cordoneros, plateros, torneros, vidrieros y floristas.

    Veinticinco mil reales
    Pero el gigantesco monumento necesitaba un friso pictórico que le fue encargado al hermano del arquitecto, el pintor Zacarías González Velázquez. Zacarías no se echó atrás y por 25.160 reales de vellón como paga dibujó el citado friso, una sarga compuesta de aguazo sobre tafetán de veinticuatro metros de anchura, en la que figuraban cincuenta figuras alegóricas. El trabajo se concluyó a tiempo y tanto monumento como friso también fueron usados en las exequias de Carlos IV y María Luisa de Palma, celebradas a finales de ese mismo mes de marzo.

    Se cree que tras estos actos, la pieza (una auténtica joya del llamado arte efímero) pasó al Casón del Buen Retiro y no se sabe ni cómo ni cuándo acabó en manos del marqués de Cerralbo («un acaparador nato», según Lourdes Vaquero, actual directora del Museo Cerralbo) , y acabaría formando parte de su museo, aunque sufriera varias contingencias desde que el Museo fuera cedido al Estado en 1922. Las dos piezas, cuyo significado y dimensión histórica se desconocía, que componen este friso, fueron catalogadas en 1924 por Juan Cabré, y gracias a una fotografía del archivo del museo, se sabe que estuvieron colgadas en un pasillo de la tercera planta del edificio alrededor de 1941 y, después se almacenaron.

    Enrollado y guardado celosamente, del friso nunca volvió a saberse. Hasta hoy, que ha sido recuperado por el historiador Alejandro Martínez, tal y como informa la revista Ars Magazine en su número de abril. Alejandro Martínez es quien ha redescubierto la historia y el significado del friso.

    Sustrato de la Monarquía
    Son cincuenta figuras alegóricas, de notable clasicismo, simples, claras y graves, que sirven para recordar a la reina fallecida, pero también para mostrar el sustrato ideológico de la Monarquía absolutista de Fernando VII. Así nos econtramos con figuras que subrayan las virtudes cardinales, la Prudencia y la Justicia, la Historia, el Ingenio, el Premio, la Poesía, laAgricultura, la Medicina, la Amargura, la Infelicidad, la Piedad cristiana, las virtudes sociales, la monarquía significada por sus provincias y sus escudos... es decir un retrato al detalle de lo que fue el reinado de Fernando y marcada por una profunda significación religiosa.

    Durante dos siglos esta historia quedó en el corazón de Zacarías González Velázquez y sus coetáneos. Ahora sabemos lo bien que fue querida y homenajeada aquella jovencísima reina que nos dejó con tan solo veintiún años.

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    1. http://www.abc.es/cultura/arte/20130330/abci-cenotafio-isabel-braganza-201303281345.html

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