martes, 23 de septiembre de 2014

23 Septiembre de 1847 se inauguró el Pasaje Iris, llamado luego de Madrid, situado en la Carrera de San Jerónimo

EL PASAJE DEL IRIS Y EL CAFÉ DE MADRID, QUE EN ÉL ESTUVO.



Entre las calles de Alcalá y la Carrera de San Jerónimo, allá donde hoy se encuentra el bonito y abandonado edificio del arquitecto José Urioste Velada que en 1907 se inauguró para la entidad financiera Crédit Lyonnais, existió uno de los pasajes más suntuosos de Madrid. 


Fotografías: M.R.Giménez (2012)
Aspecto actual del que fue edificio del Crédit Lyonnais. A la izquierda la calle de Alcalá y a la derecha detalle de la puerta de la Carrera de San Jerónimo.


El pasaje del Iris fue inaugurado el día 23 de septiembre de 1847 y tenía entrada por la calle de Alcalá, número 12 (actual 8) y por la Carrera de San Jerónimo, número 11 (actual 7). Era un conjunto admirable de riqueza y gusto, de lujo y elegancia, de magnificencia y belleza, siendo propiedad de la Sociedad o Compañía General del Iris, establecimiento de crédito y seguros dirigido por Felipe Fernández de Castro, quien promovió esta obra. 

Fue el arquitecto Juan de Urquijo quien diseñó el pasaje del Iris, que medía más de 208 pies y estaba dividido en tres galerías: La principal que corre desde la calle de Alcalá a la Carrera de San Jerónimo con grandes puertas a ambas calles y se denomina Galería de Madrid, la de la derecha, con puerta a la calle de Alcalá, llamada Galería de París y la de la izquierda, también con puerta a la calle de Alcalá, llamada Galería de Londres. Cuarenta pequeñas y lujosas tiendas de mobiliario en caoba maciza, con sus correspondientes habitaciones en los pisos superiores, conformaban el comercio del pasaje en donde se podía encontrar desde un estanco hasta un gabinete de lectura, una frutería al estilo de París, un cambiante (de moneda), plateros, modistas, peluqueros, sastres y sombrereros, entre otros negocios. 

La lujosa decoración de la galería, en cuanto a la pintura y los dorados de paredes y techos, corrió a cargo de Antonio García y de Francisco Martínez Salamanca que junto a los trescientos obreros intervinientes en la construcción del pasaje, cubrieron de adornos hasta el más mínimo rincón. Lujosas colgaduras de terciopelo de seda carmesí con galón de oro, canelones de pasamanería y borlas de metal dorado al fuego, fabricados por Platería Martínez (empresa arrendada por la Compañía del Iris, por entonces), candelabros y arañas de metal corleado (con barniz dorado), capiteles pintados en oro, quinqués de gas en las columnas recubiertas de espejos y un novedoso reloj de dos esferas transparentes, para ser iluminadas por la noche, de Tomás de Miguel (que realizaría también el de que hubo en la Casa de Correos de la Puerta del Sol, anterior al actual de José Rodríguez Losada). 

El pavimento de la Galería de Madrid, la más importante de las tres, estaba entarimado por pequeñas maderas colocadas simétricamente, mientras que las tiendas y las otras dos galerías fueron soladas de mármol blanco y azul. Los techos tenían tragaluces de cristal y sus bóvedas multitud de espejos que multiplicaban la visión. 

El pasaje se cerraba con grandes puertas, una en la Carrera de San Jerónimo en hierro con remates de bronce y tres en la calle de Alcalá, de madera de nogal con hermosos enrejados por la parte superior. Colosales faroles permitían leer por la noche “Pasaje del Iris” en sendos letreros colocados en la puerta de la Carrera de San Jerónimo y en la principal de la calle de Alcalá. 

A pesar de todo su esplendor, al igual que otros pasajes al estilo francés en el Madrid de esa época, el del Iris no obtuvo el éxito esperado. La compañía propietaria quebró y su director Felipe Fernández de Castro, fue juzgado por desfalco durante los años cincuenta del siglo XIX. Es entonces cuando se decide convertir todo el pasaje en un espléndido café. 

Los antecedentes del espléndido café de Madrid, en que sería convertido el pasaje del Iris en su totalidad, se remontan al año 1848. 

Fuente: Urbanity.es
El café de Madrid representado por el pintor Joaquín Muñoz Morillero (1921).
Un año después de la apertura de la lujosa galería comercial se inaugura en su interior el café del Iris. Un local elegante y suntuoso, bonito, no muy grande,pero sí largo y con un excelente alumbrado de gas. Tenía pequeños veladores para dos o tres personas y otras mesas largas también de mármol blanco, para grupos. Taburetes y anchos bancos tapizados en terciopelo verde y fileteados con clavos de bronce. Todo limpio y atractivo, excepto el repugnante suelo. El café con leche (de cabra), que ya venía preparado de la cocina, se servía en vasos que no se rompían a pesar de su tremenda temperatura. 

La escritora y feminista Concepción Arenal Ponte (1820-1893), quien para poder asistir a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid debía vestir de hombre, ante la imposibilidad de realizar sus estudios de otra manera, asistió a las tertulias del café del Iris. 

Fue en el mes de diciembre de 1866, cuando ya la Sociedad del Iris había quebrado, el momento en que se inauguró el café de Madrid. En el mes de octubre y tras una gran obra de remodelación, para darle un aspecto más grandioso y desahogado, se suben las cubiertas de cristal del centro del pasaje hasta el segundo piso y se habilita el principal para sala de juegos. El nuevo café tendría su entrada principal por la Carrera de San Jerónimo. 

Los techos artesonados de este café, propiedad de Tomás Isern, formaban un conjunto grandioso junto a las esculturas de Vallejo, Plá, Palmaroli, Ferri, Figueras, Montalvo, Bellver, Dagnuci y Esquivel, repartidas por el establecimiento que era también muy conocido por sus fantásticos bailes de Carnaval. 

Fuente: Memoriademadrid.es y Todocoleccion.net
En la primera fotografía se señala el lugar donde los andamios dan a entender que se estaba construyendo el nuevo edificio del Crédit Lyonnais (1906-1907). A la derecha, el inmueble ya construido cuya fachada corresponde a la calle de Alcalá, que aún hoy podemos contemplar.
El café de Madrid terminó arrebatando el nombre del Iris al antiguo pasaje, al que pocos debían recordar en los años ochenta del siglo XIX. Pero a pesar de su esplendor, los edificios de la calle de Alcalá y de la Carrera de San Jerónimo fueron demolidos para levantar sobre su terreno la nueva sede de la empresa Crédit Lyonnais que hoy podemos ver, aunque con el nombre de otra entidad bancaria. 

Fuente: http://antiguoscafesdemadrid.blogspot.com.es/2013/01/el-pasaje-del-iris-y-el-cafe-de-madrid.html

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