sábado, 17 de enero de 2015

17 Enero 1600 nace Calderón de la Barca

Nacido el 17 de Enero de 1600, Calderón de la Barca fue educado en un colegio jesuita de Madrid, estudió en las universidades de Alcalá y Salamanca. En 1620 abandonó los estudios religiosos y tres años más tarde se dio a conocer como dramaturgo con su primera comedia, Amor, honor y poder. Como todo joven instruido de su época, viajó por Italia y Flandes y, desde 1625, proveyó a la corte de un extenso repertorio dramático entre el que figuran sus mejores obras. Tras granjearse un sólido prestigio en el Palacio Real, en 1635 escribió El mayor encanto, el amor, para la inauguración del teatro del palacio del Buen Retiro.




Nombrado caballero de la Orden de Santiago por el rey, se distinguió como soldado en el sitio de Fuenterrabía (1638) y en la guerra de Cataluña (1640). Ordenado sacerdote en 1651, poco tiempo después fue nombrado capellán de Reyes Nuevos de Toledo. Por entonces ya era el dramaturgo de más éxito de la corte. En 1663, el rey lo designó capellán de honor, por lo que se trasladó definitivamente a Madrid.
Según el recuento que él mismo hizo el año de su muerte, su producción consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores. Como todo coetáneo suyo, Calderón no podía por menos que partir de las pautas dramáticas establecidas por Lope de Vega. Pero su obra, ya plenamente barroca, tal vez alcance mayor grado de perfección técnica y formal que la de Lope. De estilo más sobrio, Calderón pone en juego menor número de personajes y los centra en torno al protagonista, de manera que la obra tiene un centro de gravedad claro, un eje en torno al cual giran todos los elementos secundarios, lo que refuerza la intensidad dramática.


A. Valbuena ha señalado que en su estilo cabe distinguir dos registros. El primero consiste en reordenar y condensar lo que en Lope aparece de manera difusa y caótica y en estilizar las notas de su realismo costumbrista. Así, reelabora temas originales de Lope en varias de sus obras maestras.
En ellas aparece una rica galería de personajes representativos de su tiempo y de su condición social, todos los cuales tienen en común un tema del siglo: el honor, el patrimonio del alma enfrentado a la justicia de los hombres, caso de El alcalde de Zalamea, o las pasiones amorosas que ciegan el alma, cuestión que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su honra.


Pero no es ése, desde luego, el principal motivo de su obra. En su segundo registro, el dramaturgo inventa, más allá del repertorio caballeresco, una forma poético-simbólica desconocida antes de él y que configura un teatro esencialmente lírico, cuyos personajes se elevan hacia lo simbólico y lo espiritual. Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más universal es el desgarrado Segismundo de La vida es sueño, considerada como la cumbre del teatro calderoniano.
Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.


Con él adquirieron así mismo especial relevancia la escenografía -lo que él llamaba «maneras de apariencia»- y la música. La carpintería teatral se convirtió en un elemento clave en la composición de sus obras y el concepto de escena se vio revalorizado de una manera general, en la línea del teatro barroco. En cuanto a su lenguaje, se puede considerar que es la culminación teatral del culteranismo. Su riqueza expresiva y sus complejas metáforas provienen de un cierto conceptismo intelectual, acorde con el temperamento meditabundo propio de sus personajes de ficción.





Monumento a Calderón de la Barca en la Plaza de Santa Ana




Homenaje al hijo predilecto de Madrid, la estatua fue realizada por el escultor Juan Figueras; el Ministerio de Estado, propietario de la misma, la cedió a la villa de Madrid. El pedestal, realizado también por el escultor, fue sufragado por el Ayuntamiento con un presupuesto que ascendió a 34.500 pesetas.




La Academia de la Historia aprobó en febrero de 1879 las inscripciones para el pedestal y en noviembre del mismo año la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando propuso su instalación en la antigua plaza del Príncipe Alfonso, hoy de Santa Ana, frente al Teatro Español. Se inauguró el 2 de enero de 1880, coincidiendo con la muerte del escritor López de Ayala, quien escribió los versos del pedestal: La vida es sueño, pero no tu gloria, hoy desaparecidos. Es uno de los pocos monumentos que han permanecido en el mismo lugar desde su inauguración.




El escultor Juan Figueras y Vila nació en Gerona en 1829, estudió en la Escuela de Nobles de Barcelona y más tarde se trasladó a Madrid ingresando en la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde fue alumno de Piquer. En 1868 obtiene la Cátedra de Escultura de la Escuela de Sevilla y el 1871 la Cátedra de Modelado Antiguo y Ropajes, ejerciendo como profesor de la Escuela Superior de Madrid. Fue galardonado con varios premios en las Exposiciones Nacionales y en 1874 consiguió una pensión de mérito para la Academia Española de Bellas Artes en Roma, donde realizó el monumento a Calderón de la Barca por el que obtuvo una mención honorífica y  le concedieron la Real Orden de Carlos III. Murió en Madrid en 1881.

Descripción del monumento

Figura completa y sedente de Pedro Calderón de la Barca, vestido con el hábito de la orden de Santiago, cuya cruz cuelga de un medallón en el pecho; está representado en actitud de meditar, sentado sobre un banco, con las manos unidas sujetando un libro, originalmente tenía una pluma en la mano derecha (hoy desaparecida); acompañado en la parte posterior de una figura femenina alada en bulto redondo sentada, como Alegoría del Teatro, sujetando el símbolo característico -una máscara-, se apoya sobre un pequeño pedestal donde aparece la firma del escultor: J Figueras 1878. Descansa sobre un pedestal muy ornamentado con relieves alusivos a sus obras.


La danza de la muerte

La vida es sueño


El pedestal está formado por dos prismas rectangulares superpuestos apoyados sobre un basamento escalonado de granito. El cuerpo inferior de dos piezas, la inferior con las esquinas rebajadas y la superior con las esquinas achaflanadas; en cada lado se yuxtaponen cuatro relieves en bronce con escenas alusivas a sus obras: La vida es sueño, El escondido y la tapada, El alcalde de Zalamea y La danza de la muerte, firmadas en la parte inferior: J. FIGUERAS FECIT Adro Nelly Füse in Roma nel 1878.


El alcalde de Zalamea

El escondido y la tapada



El cuerpo superior lleva cuatro grandes aletones en las esquinas decorados con hojas de acanto,  entre ellos y en el frente aparece una inscripción con letras sobrepuestas en bronce: CALDERON / DE LA / BARCA, en cada uno de los laterales figuran una pareja de “putti”, en altorrelieve, como símbolos de cada uno de los géneros literarios: la comedia y la tragedia en el lado derecho y de la poesía y de la guerra en el izquierdo. En la parte posterior había una inscripción con texto de López de Ayala, hoy desaparecida, que decía: LA VIDA ES SUEÑO, PERO NO TU GLORIA.



Lápida situada en Calle Mayor 61, en recuerdo de la casa donde vivió y murió Pedro Calderón de la Barca. Fue Mesonero Romanos quien evitó la demolición del inmueble por su estado ruinoso en 1859 con el respaldo de la reina Isabel II, y quien propuso la instalación de un monumento pero finalmente se instaló esta sencilla lápida sin decoración, inaugurada el 28 de octubre de 1859.

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